Para cualquier ser humano, una adecuación de su rostro a los arquetipos o a los patrones estéticos del momento puede ser más útil que varias sesiones de psicólogo. Del mismo modo, un buen consejo sobre compensación visual de su frente, su boca, su nariz o su mentón, o sobre cómo neutralizar manchas de vitíligo o disimular eccemas de psoriasis, puede ser más útil que una dosis de antidepresivos.

Hablar casi de cada uno de nosotros.
Hablar de seres que sufren daños en su autoestima por razones diversas es hablar casi de cada uno de nosotros, incluidos aquellos que nos creemos pretendidamente normales, porque en una sociedad cruel y altamente competitiva como la que hemos generado es imposible preservarse del monstruo en que el hombre se ha convertido para el hombre. Esta lucha que cada cual hemos de librar día a día por la supervivencia de nuestra autoestima es la responsable del overbooking en las consultas de psicólogos y psiquiatras. Pero ¿qué es esta lucha comparada con la que se ven obligados a librar aquellos que padecen lesiones o enfermedades que deforman la visión de sus rostros o cuerpos? Afectados de vitíligo, psoriasis, rosácea, etc., pueden ser algunos ejemplos. Desbordan las consultas de dermatólogos a sabiendas de que en muchos casos la respuesta será “no podemos hacer nada” o “no sabemos la causa de este mal”. La única solución que se les aporta a estos afectados es la de aprender a convivir con sus problemas, pero ¿cómo? ¿Destruyendo todo espejo que se interponga en su camino y acudiendo regularmente a terapia psicológica?

Por desgracia para la humanidad, está demostrado que a pesar del elevado desarrollo tecnológico y la sofisticación de los medios, la Medicina no puede hacer nada ante ciertos padecimientos que se reconocen como incurables al no conocerse las causas que los provocan o los procedimientos que podrían erradicar el daño. Paradójicamente, en algunos casos donde la Medicina y los médicos no pueden aportar soluciones para evitar o curar ciertas dolencias, el maquillaje ayuda a corregir visualmente las lesiones físicas que estas dolencias provocan y, por ende, a minimizar los daños psicológicos que padecen los que las sufren, provocados por el rechazo que estos inestetismos producen inevitablemente en la mayoría de las personas que les rodean.


Llamada de atención.
Ésta es una llamada de atención a los profesionales de la Medicina, cuya actitud ante la clara imposibilidad de aportar soluciones a ciertos problemas es la de negarse a admitir que existen otras vías para mejorar la apariencia de ciertas deficiencias y afecciones estéticas, y con ello, para mejorar la salud psicológica de los individuos que las sufren. Proponemos a psicólogos y dermatólogos que se liberen de los prejuicios en los que la hipocresía y la doble moral de esta sociedad tienen aprisionado al noble arte del maquillaje y animen a sus pacientes a acudir a profesionales que les enseñen a minimizar los aspectos negativos que encuentren en su cara, para que ésta cada vez más pueda ser "el espejo de su alma".









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