Lone Sorensen, directora del Instituto de Reflexología Podal/ Facial Intenacional y presidenta de la Asociación Global Network de Reflexología, accede amablemente hoy a contestar nuestras preguntas y así arrojar más luz y detalles sobre la técnica de la reflexología facial.
Lone Sorensen, toda una autoridad, es profesora de reflexología facial, podal y manual. Estudió Educación Terapéutica en Dinamarca en 1978 y, posteriormente, en Francia, Chile y Alemania. Fundadora de tres escuelas en Argentina, se la conoce mundialmente por haber desarrollado la terapia de la reflexología facial.
Lone Sorensen obtenía en 2001 el Premio de Nobleza de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Argentina, por sus trabajos de investigación. Es presidenta de la Asociación Global Network de Reflexología y directora del Instituto de Reflexología Podal y Facial Internacional presente en la actualidad en 15 países.
Recientemente, Lone Sorensen publicaba en nuestro país el primer libro lanzado al mercado sobre esta revolucionaria terapia, "Reflexología Facial Básica", desarrollada sobre más de 12.000 pacientes tras 28 años de investigación.
Nuestra primera pregunta es sin duda obligada. Lone, ¿qué es la reflexoterapia facial?
La reflexoterapia facial es un método terapéutico, moderno y muy eficaz de estimulación manual. Es una terapia complementaria originada hace milenios en medicina oriental y practicada desde la antigüedad por tribus aborígenes. El tratamiento integra además los más modernos descubrimientos en neurología. Una presión en zonas y puntos específicos de la cara incide en el sistema neuromotor y neurovegetativo, produciendo la liberación de neurotransmisores y endorfinas, actuando sobre el funcionamiento orgánico, circulatorio, endocrino y linfático de todo el cuerpo, regulando y equilibrando el organismo.
¿Qué es lo que ha motivado a Lone Sorensen para dedicar tiempo y esfuerzo continuados a la investigación de este método?
Empecé a trabajar como reflexoterapeuta podal en el año 1978 con niños con problemas de aprendizaje, de comportamiento e hiperactivos. Dado que no obtenía suficientes resultados, empecé a desarrollar un mapa en el rostro. Investigué y trabajé con estos puntos hasta que en 1988 me fui a Argentina para tratar en especial la dislexia y otras enfermedades. Me instalé en Bahía Blanca y pronto tuve mucho, mucho éxito. Contaba con más pacientes adultos que niños, con enfermedades muy graves que se curaban. Un día vino a mi casa una chica de 26 años, inválida tras un derrame cerebral. Había hecho rehabilitación tras haber sido operada del cerebro. Prácticamente no podía caminar y estaba totalmente encogida. La traté y se curó.
Su compromiso con la reflexología le ha llevado también a estudiar y visitar antiguos pueblos y diversos países...
Sí, hice un viaje a Copahue, un lugar en la montaña, en la provincia de Neuquen (Patagonia), atraída por la fama de unas termas. Un día me acerqué para ver un poco a los indios que residían allí y vi en una carpa a una mujer haciendo un cierto tipo de masaje en el rostro de otra mujer. La mujer india me sonreía, de modo que entendí que mi presencia no le disgustaba. A la mañana siguiente regresé y así durante diez días, con papel y lápiz, acercándome cada vez más. Fui dibujando y tomando nota de lo que hacía la mujer. Así apareció mi primer mapa de zonas en el rostro.
Otro de sus destinos más interesantes fue Cuba, ¿no es así?
Oí que en Cuba se aplicaba una técnica similar a la mía, así que viajé hacia allí y encontré a un médico vietnamita que también sabía trabajar con los puntos del rostro. Yo tenía en ese momento 19 puntos, mientras que él tenía 564. Aprendí y regresé a Argentina con un mapa de los 564 puntos y también con mapas orientales muy antiguos. Nunca había visto este tipo de mapas. Sabía que tenía algo muy especial en mis manos. Con este saber he desarrollado la reflexoterapia facial, combinando lo que estudié en Dinamarca y lo que aprendí con los aborígenes y en Cuba. Volví a mi país invitada por el gobierno a un centro de rehabilitación para personas adultas para hacer una investigación sobre mi sistema.
¿Y cuáles fueron los resultados?
Esta técnica es muy eficaz en trastornos y dolores músculo-esqueléticos tales como bursitis, artrosis, fibrosis, espasmos musculares reflejos causados por traumatismos, parálisis, dolores cólicos (renal-biliar), cefaleas según la etiología coadyuvante... Se ha demostrado que actúa en el dolor de origen psicógeno y funcional. Actúa sobre todo el cuerpo, regula el metabolismo, las funciones orgánicas, simetría muscular y activa la micro-circulación sanguínea. La reflexoterapia facial es también muy efectiva en el tratamiento de desequilibrios emocionales.
Las patologías degenerativas, como hemos adelantado anteriormente, entonces, mejoran con esta técnica...
Sí, efectivamente, aunque de forma diferente si se trata de un niño o de un adulto y, también es importante el tiempo transcurrido. Cuanto antes comience el tratamiento mejores serán los resultados. Un daño cerebral raramente se cura. Pero se puede conseguir que esas personas puedan realizar más cosas por sí mismos, mejorar considerablemente su calidad de vida.
¿Y en qué otros casos, aparte de los resumidos hasta aquí, podemos aplicar la reflexoterapia facial?
Se puede aplicar como tratamiento preventivo integral, en enfermedades agudas y crónicas o como tratamiento postquirúrgico, acelerando la cicatrización y reequilibrio del organismo. Es un tratamiento muy natural y relajante que además ayuda a mantener la piel tersa y joven.
No podemos poner el punto y final a esta entrevista sin que Lone Sorensen nos explique cómo se lleva a cabo una sesión de reflexolofía facial, algo que, sin duda, estarán deseando conocer nuestro lectores...
Según la dolencia, el tratamiento suele durar de dos a tres meses, a razón de una hora u hora y media semanales.
El reflexoterapeuta trabaja sobre las zonas del rostro con un movimiento suave. Si existe un bloqueo en el nervio que no permite un libre flujo de impulsos, se forma un depósito de fibras, que tampoco permite la circulación sanguínea. Se trata de estimular todas las zonas en una secuencia de 12 pasos.
Para ello, se estira la piel con dos dedos de siete a ocho veces, presionando de manera firme en el tejido (es una especie de deslizamiento). Cada zona se trabaja de 1 a 3 minutos, según su tamaño. Para facilitar el trabajo, se emplea aceite natural de Rosa Mosqueta u otro de primera presión en frío.
La secuencia sigue este orden, empezando por un lado del rostro: zona hormonal, aparato circulatorio y disfunciones del lenguaje. Pulmón, problemas de la piel, alergias, disfunción respiratoria o tensiones musculares en los hombros. Colon. Estómago, problemas de cervicales, sinusitis y dificultades de aprendizaje. Riñón, disfunciones sexuales y en las patologías de los órganos reproductivos. Vesícula Biliar, problemas de la vesícula, problemas funcionales en cadera y rodilla y exceso de ira. Corazón, exceso de transpiración, daños cerebrales y problemas del nervio facial. Y vejiga, problemas de la columna vertebral, oídos, isquías y situaciones de miedo y temor.