"La manera como se presentan las cosas no es
la manera como son; y si las cosas fueran como se
presentan la ciencia entera sobraría".

Karl Marx, político, economista y filósofo
alemán (1818-1883).


Hace apenas un mes, las autoridades estadounidenses decidieron retirar un anuncio de Rimmel en la que aparecía la cantante Taylor Swift porque consideraban que la foto promocional había sido alterada digitalmente para mejorar el aspecto de las pestañas de la estrella de música country.

L'Oréal ha visto en poco tiempo cómo le retiraban en Reino Unido las campañas de maquillaje de Julia Roberts y de Christy Turlington por exagerar los efectos de una base de maquillaje. Ahora le vuelve a pasar lo mismo con la campaña de una de sus cremas protagonizada por la actriz Rachel Weisz, que aparece con la piel demasiado tersa para ser real. La empresa se defiende diciendo que no han exagerado este efecto, ya que es el resultado que se puede alcanzar usando su producto.

Todos los anuncios que vemos pasan por el retoque digital, aunque solo sea para arreglar contrastes o eliminar ciertas imperfecciones. Esto es así y no hay ningún problema en reconocerlo.

Lo que no se puede permitir, y es lo que las autoridades competentes intentan controlar, es que el retoque fotográfico derive en prácticas fraudulentas. Es decir, que se manipule la fotografía de tal manera que los resultados sean exagerados o irreales y, por tanto, pueda considerarse una estafa para los compradores de ese producto, ya que nunca se alcanzarán los resultados prometidos. Una cosa es retocar al modelo para que sea más atractivo y otra muy distinta manipular el efecto de un producto.

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