"En la carrera por la calidad no hay línea de meta".
Robert William Kearns, ingeniero estadounidense (1927-2005).
La frontera entre la estética profesional y la medicina estética es tenue pero existe. Cada vez es más fina, ya que en una parte de centros estéticos se realizan muchos tratamientos, entre los que se incluyen los englobados dentro de la medicina estética.
Ahora bien, en algunos lugares las regulaciones para tener cierta aparatología y profesionales formados en esta rama de actividad son ignoradas, provocando riesgos asociados al uso de las máquinas, entre otros. Contamos con diversos casos en países como Francia, donde una esteticista fue procesada por la práctica ilegal de la medicina, tras la denuncia de uno de sus clientes, tras un tratamiento de dermoabrasión.
Al parecer, la esteticista no había realizado la formación adecuada para el uso de la aparatología y no era consciente de los efectos secundarios del dispositivo. La conexión entre la esteticista y el médico estético ha de ser total, especialmente para aportar calidad y seguridad en determinados tratamientos de un centro. La formación de la esteticista en el uso de maquinaria de este tipo es algo importantísimo, mientras que el centro debe contar con la figura del médico especializado en medicina estética para supervisar, asesorar al paciente y aplicar dichos tratamientos.
La Sociedad Española de Medicina Estética (SEME) pone de manifiesto que el intrusismo en el sector sigue existiendo. Hay personal sanitario que no tiene el título de médico que ejerce la medicina estética, y también hay esteticistas que aplican tratamientos médicos. Desde SEME quieren una regulación de la medicina estética, si no como especialidad, sí como una disciplina con conocimiento académico y que sea obligado contar con ese reconocimiento para poder ejercer esta rama de la medicina.
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