Se denomina cuperosis al conjunto de lesiones vasculares producidas en el rostro y que se agravan durante estas fechas con la llegada del frío y los cambios bruscos de temperatura a los que estamos sometidos por el uso de calderas o calefacciones.
Se calcula que un 10% de la población adulta la padece, ya que, aunque los primeros síntomas suelen presentarse en la adolescencia, la cuperosis aumenta con la edad y puede volverse permanente. Aunque no sea una alteración grave, resulta bastante molesta.
Se manifiesta en forma de pequeñas manchas rojizas que tiñen de rojo todo el pómulo, mejillas y aletas de la nariz. El problema está diagnosticado como vascular, es decir, de circulación, ya que son pequeños capilares que se dilatan y expanden como consecuencia del aumento de la presión sanguínea de la zona. Por tanto, su aparición es consecuencia de una mala circulación sanguínea.
Factores agravantes de la cuperosis
La cuperosis es más común en mujeres que en hombres pero afecta en general a individuos con la piel clara, fina y delicada, con tendencia seca y frágiles al sol. Aunque su principal factor de aparición radica en los cambios de temperatura y la exposición al frío, hay otras circunstancias que provocan su aparición, como pueden ser trastornos de tipo alimenticio o nervioso, factores hormonales provocados, entre otros, por embarazos y enfermedades, o principalmente por cuestión hereditaria. El 56% de los casos corresponden a personas con antecedentes familiares de cuperosis.
Tipos de cuperosis
Aunque la cuperosis aparece con los cambios de temperatura y la exposición al frío, hay otras circunstancias que provocan su aparición, como pueden ser trastornos de tipo alimenticio o nervioso, o factores hormonales.Muchas veces se confunde el término cuperosis, o se mezclan bajo su denominación diferentes alteraciones vasculares que afectan a la piel, ya que todas presentan unos síntomas similares y su tratamiento es común. Para mostrar un cuadro médico más específico, podemos clasificar las siguientes tipologías:
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Cuperosis rosácea. Son dilataciones venosas alrededor de nariz y pómulos, que causa un enrojecimiento generalizado. A veces se confunde con el acné porque viene acompañado de la aparición de pequeños granos (barros). A diferencia del acné, no proviene de cambios hormonales y aparece pasada la adolescencia. Su origen está más asociada a situaciones de estrés o consumo de productos calientes y alcohol.
No hay que confundir la rosácea con la cuperosis rosácea, aunque muchas veces los mismos pacientes presentan ambas condiciones. Es decir, en la cuperosis no hay los abultamientos de piel presentes en la rosácea, aunque sí puedan existir barros normales. Y así como en la cuperosis sólo presenta vasos capilares dilatados, en la rosácea es necesario tratamiento médico ya que los barros y abultamientos van acompañados de pus. - Cuperosis adquirida. Está relacionada con factores externos como pueden ser tomar el sol sin protección adecuada o abusar de lámparas solares. También se puede producir por uso de cremas a base de cortisona o por cosméticos agresivos para la piel.
Fases de la cuperosis
La cuperosis se presenta en dos diferentes etapas. La primera fase se caracteriza por un enrojecimiento de la zona media del rostro, manifestándose en periodos cortos. Estas rojeces van apareciendo por brotes hasta volverse permanentes (eritrosis). Al principio, la cuperosis comienza en los pómulos y las aletas de la nariz, y posteriormente avanza por las mejillas y la totalidad de la nariz llegando incluso a alcanzar toda la cara en algunos casos.
En una segunda fase, y como consecuencia de las repetidas congestiones, aparecen las telangiectasias y la piel se vuelve de un color rojizo-azulado. Las telangiectasias son dilataciones de las venas cercanas a la superficie de la piel y que tienen aspecto de tela de araña.
Prevención de la cuperosis
En el caso de la cuperosis es muy importante proteger del frío y el sol, de los cambios bruscos de temperatura y, además, evitar el tabaco, la ingesta de sal, el alcohol y los alimentos picantes.
Como siempre, la mejor solución para un problema es la prevención. En el caso de la cuperosis es muy importante proteger la piel del frío y el sol, de los cambios bruscos de temperatura y, además de evitar sal, alcohol, alimentos picantes y tabaco, hay que hacer lo imposible para evitar cualquier emoción que pueda hacer subir la presión arterial.
Para el cuidado diario, podemos usar cremas descongestivas, tonificantes y calmantes que mejoren nuestra circulación así como cremas de protección solares. Es conveniente también no utilizar jabones para la cara, ni lociones con alcohol y tener cuidado con la cal del agua del grifo.
Tratamientos para la cuperosis
Para tratar la cuperosis se pueden utilizar varios métodos, técnicas y aparatologías, que irían desde el mero hecho de camuflarlo bajo maquillaje hasta la aplicación de cosméticos vasoconstrictor, drenajes linfáticos o la última tecnología láser.
- Maquillaje: camuflarlas bajo maquillaje es la solución más sencilla tanto en casos de cuperosis como de telangiectasias, pero no deja de ser algo temporal.
- Cremas: a veces se utilizan cremas que contienen hidroquinona por ser un agente blanqueador de la piel y despigmentador.
- Fármacos: se prescriben con el fin de prevenirlas, pero no terminan con la cuperosis.
- Electrocoagulación: se emplean agujas eléctricas muy finas sobre el capilar dilatado visible, provocando su cierre mediante corriente eléctrica. Este método es doloroso y puede producir pequeñas cicatrices si no se realiza con mucha precisión.
- Inyecciones: está solamente indicado en casos de cuperosis muy extensas. Se administran fármacos a través de pinchazos capilares para cerrar los capilares y que se vuelvan invisibles.
- Láseres vasculares: presentan varias ventajas frente a otros métodos, ya que su aplicación es muy fácil y se pueden tratar superficies amplias y vasos de mayor calibre. Es muy poco doloroso y los resultados son duraderos. El tratamiento consiste en dirigir el rayo hacia el capilar venoso seleccionado para que aumente la temperatura de la sangre. Esta se coagula y el organismo absorbe los vasos sanguíneos que el láser pueda llegar a quemar. Además de incidir selectivamente sobre los vasos sanguíneos que provocan la lesión vascular, el láser no afecta ni a tejidos ni a otras estructuras cercanas.
- Luz pulsada intensa: esta técnica utiliza una energía lumínica intensa y tiene la ventaja de que permite controlar la potencia de la energía y personalizar la dosis en función del tipo de piel.
- Tratamiento mediante frecuencias fisiológicas: uso de aparatología que emite frecuencias fisiológicas que, por efecto de resonancia, activan y reequilibran las funciones celulares deterioradas.