Jim Pattison, el multimillonario que duerme en su camioneta
Tiene 90 años y está considerado uno de los hombres más ricos del mundo según Forbes. Pattison, canadiense, es la historia viva del éxito. Asegura, tras un relato de ventas, compras y adaptación que estos son tiempos de grandes oportunidades
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Llega a nuestras páginas precedido de su fama. No sólo porque es uno de los hombres más ricos del mundo, y el tercero de Canadá, al frente de un emporio de dimensiones únicas, sino porque a sus 90 años, se sube al asiento de su camioneta Ram 1500 Laramie y recorre miles de kilómetros para supervisar él mismo sus propios negocios, atravesando Vancouver y sus paísajes infinitos, a veces rocosos otras frondosos e incluso arenosos. Y si no encuentra un hotel donde pernoctar y le pilla la noche o el sueño en carretera, en la parte trasera de su Ram Laramie, hay un saco de dormir y una almohada. Así que, para, y se acuesta. Cuando despunta el sol, regresa a este ciclo del que dice no le gusta que se acabe. Disfruta al entrar por la puerta de sus establecimientos y oficinas y apuntar en su libreta amarilla todo aquello que ve o que le dicen, reclaman o se quejan los trabajadores de sus empresas.
Cuestión de oportunidades
Con casi un siglo a sus espaldas, Pattison ha visto mucho. Y por supuesto, ha tenido que reciclarse, al ritmo y las imposiciones de los tiempos. De hecho, en una de sus entrevistas más recientes, abordado en una parte del trayecto de esos inéditos viajes que emprende a lo largo y ancho del país que lo viera nacer, Canadá, y frente a frente a varios de los imponentes, incluso, atemorizantes tractores de última generación de los que es dueño a través de Pattison Agriculture, un negocio al que accedió al comprobar que la venta de coches usados ya no era lo que fuera en décadas anteriores, Jim Pattison declara: "Estamos viendo más oportunidades que nunca. Todavía hay muchas oportunidades con todos los cambios que están sucediendo en el mundo".
Desde luego, a Pattison, no le amilanan las transformaciones, ni el giro del mundo, ni las previsibles cifras macro ni micro económicas, ni titulares, índices o bolsas, caigan o se levanten. Porque, como hemos dicho, a sus 90 años, acaba de recorrer casi 2.000 kilómetros para supervisar personalmente una de las ramas más nuevas de su imperio de 10.000 millones de dólares canadienses (unos 6.500 millones de euros): Pattison Agriculture, una cadena de concesionarios de equipos John Deere, tractores mayoritariamente, que estarían destinados a cubrir 8,5 millones de hectáreas de tierras de cultivo. Atrás quedó la venta de coches. Lo que no vale, fuera. Sólo hay que estar atento y no dejar pasar las oportunidades.
Pattison de hecho, parece ir contra lo establecido. Creó su icónico grupo empresarial en aparente desafío a la forma moderna de levantar imperios. Evita los correos electrónicos, lleva un móvil en el bolsillo pero apenas lo revisa, y puede contar con los dedos de una mano la cantidad de veces que su grupo ha recurrido a un banco de inversión.
Ejemplo vivo de que los negocios son posibles, este hombre casi centenario es el referente ineludible y la prueba de que si quieres, puedes. Y de que en el mundo de la empresa, todo es posible. Un alegato al positivismo y al emprendimiento y un ejemplo para no rendirnos ni caer en el camino.
De hecho, nacido pobre de solemnidad -creemos que es la frase perfecta para definir su procedencia cuando la gran depresión contaba la miseria a millones-, Pattison pronto supo que tenía que salir de ella. Vendedor nato, movido por la necesidad y el deseo de salir hacia delante. ¿Lo primero que hizo? Vender semillas de puerta a puerta. ¿Su camino hacia una fortuna que ahora vale alrededor de 5.000 millones de euros? La compra de un un concesionario de Pontiac Buick en 1961. En las siguientes cinco décadas, convirtió ese concesionario inicial en un imperio empresarial global, completando cientos de adquisiciones para crear la segunda compañía no cotizada más grande del país.
El imperio que se recicla
A menudo apodado el Warren Buffett de Canadá, en la actualidad se halla al frente de un conglomerado que opera en 85 países en una gran variedad de industrias: supermercados, madera, pesca, empaques desechables para KFC, carteles publicitarios en todo Canadá, la propiedad del Guinness World Records, el mayor best-seller y la también propiedad, con derechos de autor, del imperio Ripley Entertainment Inc., la cadena internacional de atracciones turísticas en formato museo más grande y de mayor crecimiento del mundo.
Con empresas madereras y de carbón, actualmente en declive, Pattison declara: "Nos exponemos a un alto riesgo en algunos negocios. Pero hacemos lo mejor con lo que tenemos. Esto es parte de por qué tengo un trabajo”.
Tres ejemplos claros de cómo es capaz de diversificar y sobreponerse a los embates de un mundo en transformación y que, paradójicamente, le han empujado a hacerse más rico todavía son:
» El abandono de la venta de coches de segunda mano, cuando Pattison se dio cuenta que este negocio "ya no es lo que era". Decidió entonces mirar al futuro y crear Pattison Agriculture con equipos y maquinaria destinados a cubrir 8,5 millones de hectáreas de tierras de cultivo. Pattison tiene claro que los viajes compartidos y el coche autónomo amenazan con acelerar la posible desaparición de los vehículos en propiedad.
» Las revistas, en su apogeo, fueron su "mejor negocio de todos", dice, pero la gente ya no está leyendo en letra impresa, así que el grupo acordó vender su negocio de distribución de revistas de Estados Unidos hace tan sólo unos meses.
» Pattison también tiene impulsos geniales. Bueno, en realidad no creemos que sean impulsos, sino ideas y visiones geniales. O lo que es lo mismo, olfato para la oportunidad. Y lo que es mejor, no la deja pasar. Por eso, valga este tercer ejemplo de su éxito como cierre a su historia de emprendimiento coronada por el triunfo. Cuando el provocativo vestido de color carne usado por Marilyn Monroe en 1962 para cantar Feliz cumpleaños al entonces presidente John F. Kennedy salió a la subasta, Pattison llamó a su hijo, Jim Jr., quien dirige el negocio de atracciones Ripley Entertainment. "Casi tuve un ataque al corazón cuando vi que quería comprar el vestido", dice Jim Jr. en unas recientes declaraciones desde Orlando, Florida, la tierra de las atracciones. “Tendríamos que obtener un retorno de todo lo invertido, que iba a ser mucho. No lo quería”. Su padre pujó por él de todos modos, pagando más de 5 millones de dólares, lo que lo convierte en el vestido más caro del mundo. Y he aquí que la compañía Pattison, tras esta adquisición tachada de locura por el propio hijo de su fundador, la compañía ha logrado elevados retornos en publicidad. La noticia de la compra de Ripley en 2016 desató una tormenta global de tweets. El vestido atrajo y atrae a multitudes a los locales de Ripley en América del Norte, y la prenda pronto se embarcará en una gira mundial, donde los visitantes podrán probar una réplica del tan emblemático vestido.
Tras todo lo cual, todavía le queda algo en el tintero, ¿vacaciones? Tengo 365 días de oportunidad para disfrutar trabajando.
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