"Toda repetición es solo una imitación
y toda imitación carece de valor”.
Milan Kundera, de El libro de la risa y el olvido,
escritor checo (1929-1981). ​

La alta perfumería y cosmética duplica en dos años la cifra de incautaciones por falsificaciones. Tanto es así que los últimos datos estiman que el sector pierde más de 800 millones de beneficios debido a esta lacra. Lo cual queda claro, perjudica gravemente a empresas, fabricantes, distribuidores y plantillas.

Y no solo eso, es el propio consumidor el que puede verse afectado, incluso gravemente. Además de productos de baja calidad, simples y baratas imitaciones, cuyo olor se difumina en minutos o cuyas propiedades son mentira, e incluso provocadoras de alergias y problemas de la piel en el caso de los cosméticos, el embalaje también deja mucho que desear en las copias ilícitas, incumpliendo los requisitos de seguridad necesarios y alejándose muy mucho de las actuales políticas de la sostenibilidad y el respeto por el medio ambiente y el planeta.

Aunque las campañas de concienciación han sido numerosas hasta el momento, aún tira más el gastarse menos que el escoger calidad y originalidad. Por eso, y para salvaguardar una industria próspera, nada mejor que el seguimiento, ahora cada vez más perfeccionado dadas las nuevas tecnologías que se colocan en el propio producto, por ejemplo, convirtiéndolo en único, mientras el resto, no identificado, queda bajo sospecha.

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