Según publica la revista científica Science, un equipo de investigadores liderados por el profesor Christopher Henshilwood descubrió, en una cueva sudafricana, lo que parece ser un taller destinado a la producción de artículos cosméticos. Entre los restos encontrados hallaron objetos, herramientas, recipientes y utensilios con restos de pigmentos capaces de crear decoraciones corporales y sustancias para proteger la piel de picaduras de insectos.
Entre estos enseres habían dos conchas de abulón (un molusco de la especie haliótida, parecido a la ostra), que servirían de recipientes, y varias piedras que se usaron para martillear, moler y hacer polvo fino de ocre, además de otros elementos como huesos, trozos de diferentes piedras, carbón vegetal y diferentes sustancias líquidas que mezclaban con el ocre para producir la sustancia cosmética. Después, el resultado era traspasado a las conchas de abulón. Cada una de las conchas tenían agujeros respiratorios que sugieren su uso como contenedores de almacenamiento.
Se cree que el proceso de elaboración comenzaba con el aplastamiento del ocre con martillos de cuarzo, cuarcita y silcrete, para conseguir un fino polvo de color rojo que combinaban con huesos de mamíferos, carbón vegetal y fragmentos de otros tipos de piedra ya triturados de antemano.
El resultado obtenido se calentaba con un
líquido y después lo introducían en las conchas
de abulón. Allí lo agitaban y removían con un
hueso y se almacenaba en las conchas para su uso futuro.
El ocre es la forma más antigua de pintura, y era utilizado en la Edad de Piedra para decorar tanto cuerpos como ropa, a veces con intención simbólica o simplemente para realzar partes del cuerpo.
El hallazgo demuestra que los primeros humanos en África tenían un conocimiento elemental de química y la capacidad de planificar un proceso de recolección y explotación de materias primas.La importancia de este descubrimiento no sólo radica en su antigüedad, de casi 100.000 años (hasta ahora, los restos más antiguos databan de hace 60.000 años), sino en el hecho de que era un auténtico taller o fábrica de elaboración y almacenaje de sustancias químicas para ser usadas en sus hábitos sociales. El hallazgo demuestra que los primeros humanos en África tenían un conocimiento elemental de química y la capacidad de planificar un proceso de recolección y explotación de materias primas para después transportarlas hacia zonas de producción, y allí transformarlas, mediante talla y molienda, en un producto que a su vez era almacenado para un uso futuro.
Hace 20 años que empezaron las excavaciones en la cueva Blombos, pero no fue hasta hace tres años cuando el profesor Henshilwood, de la Universidad de Bergen (Noruega) y un equipo perteneciente al Instituto de la Evolución Humana de la Universidad de Witwatersrand, de Johanesburgo, empezaron a descubrir los recipientes que pertenecían a lo que ellos han denominado como el primer “estudio de arte” de una civilización prehistórica.