"Nadie sabe de lo que es capaz hasta que arriesga".
Publio Siro, escritor latino de la antigua Roma
(85 a.C.-43 a.C.).
En momentos de dificultades económicas y financieras como las que estamos atravesando, nos volvemos aún más cautos y conservadores a la hora de plantearnos cambios en nuestros negocios. Entre los muchos obstáculos nos enfrentamos con el temor al fracaso, que nos paraliza y nos congela, robándonos posiblemente éxitos y satisfacciones que nunca conoceremos por no haber probado o llevado a la práctica aquella idea que pensamos tiene posibilidad de triunfo.
Arriesgando o intentando algo podremos alimentar el deseo de encaminarnos a lograr aquello con lo que soñamos. Tomar riesgos forma una parte importante del liderazgo.
Debemos agudizar el ingenio, utilizar nuestros recursos y, sobre todo, arriesgar, porque de esta manera contribuiremos a nuestro crecimiento profesional, personal y familiar y al de nuestro entorno. Además, forma parte de una constante en la época en la que nos ha tocado vivir: el cambio continuo para mejorar.