En algunas zonas de África las madres aplican piedras calientes sobre los senos de sus hijas cuando estos empiezan a despuntar. Si no tienen piedras, utilizan palos de majar el cereal u otros objetos planos, pero siempre ardiendo. Es lo que se llama el planchado de senos.

Se trata de una antigua y horrible tradición, y la intención que tienen las madres con estas prácticas nos puede desconcertar, ya que lo hacen para proteger a sus hijas de violaciones y embarazos no deseados. Creen que, de esta forma, ahuyentan las miradas libidinosas de los hombres al retrasar el crecimiento del pecho de sus hijas.

La forma de aplicarlo es apretar fuerte, y de arriba a abajo, la piedra ardiente o el palo plano contra los pequeños senos en fase de crecimiento, como si de una prenda para planchar se tratara. Y así, día tras día, hasta alcanzar el resultado deseado. Otra variante es aplicar paños calientes a modo de vendaje apretado contra el pecho.

Las madres desconocen que estas prácticas acarrean deformidades y provocan traumas psíquicos a las niñas que están en fase de desarrollo. Además del dolor físico y psíquico, produce heridas al dañar los tejidos corporales que pueden provocar infecciones, sin contar con un alto riesgo de padecer cáncer.

Es una tradición que la sufren el 24% de las niñas en la zona oeste y centro de África, sobre todo en Camerún, país que tiene un índice demográfico de 20 millones de personas. Su práctica comienza cuando las niñas empiezan a desarrollarse, hacía los nueve años, y es más común en las zonas urbanas que en las rurales. En concreto, en Duala, la ciudad más grande de Camerún, el 53% de las niñas lo han sufrido, según informa GTZ, una agencia oficial de cooperación alemana.

Para intentar frenar esta práctica, se realizan campañas de educación e información. Las agencias que operan en estas zonas intentan que las madres hablen de sexo abiertamente con los hijos. Se ha puesto en marcha la figura de las tantines (diminutivo francés del término tía), que son adolescentes nativas que han sido madres sin desearlo entre los 12 y 18 años (el 21% de la población femenina). Estas jóvenes madres reciben formación en temas de sexo, salud reproductiva y enfermedades de transmisión sexual para que hagan de transmisoras de estos conocimientos. Se han formado a más de 15.000 jóvenes pertenecientes a más de 250 asociaciones reunidas a través de la organización Renata y bajo el lema “digamos no al planchado de senos”.

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