La piel y el cabello son uno de los bienes más preciados de nuestra belleza, y como tal hemos de tratarlos, con extrema dedicación. Por eso los profesionales de la estética y la peluquería se convierten a su vez, como expertos que son, en prescriptores para su cuidado y salud.
Enemigo nº 1
Hace ya tiempo que se viene manejando a la contaminación como el culpable número uno y enemigo más dañino para la belleza, incluso por delante del sol. El 80% de los dermatólogos, por ejemplo, así lo confirman.
La contaminación del aire, de hecho, origina una gran variedad de problemas en la piel caso de sequedad, acné, alergias, mayor sensibilidad, decoloración, falta de brillo y rugosidad y contribuye también a la caída del pelo. En la actualidad sólo el 12 % de la población mundial habita en ciudades que cumplen con los requisitos de calidad del aire establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Así que casi la totalidad de la población del planeta está expuesta a los males de la polución.
Pero aún hay más, nuestra exposición es mucho más extensa, ya que cuando hablamos de contaminación, los distintos tipos que debemos tener en cuenta y que existen son no sólo la atmosférica, sino también hídrica, del suelo, por basura, lumínica, térmica, visual, electromagnética y antropogénica.
Cabello y cuero cabelludo
"Los primeros estudios sobre las consecuencias de la contaminación ambiental sobre el cabello datan ya de 1994, cuando se mostró que las partículas en suspensión, el humo y los gases contaminantes se depositaban sobre cabello y cuero cabelludo, provocando reacciones inflamatorias e irritativas que pueden llegar a provocar caída del cabello", asegura Adolfo Martínez, director de Nuggela & Sulé.
Los tubos de escape de los coches y del transporte público o las calderas de las calefacciones contribuyen a cargar el aire de impurezas y partículas que se fijan en la piel y el pelo, provocando daños muy perjudiciales. Descamación, caspa y caída del cabello son sus principales consecuencias. Se impone en estos casos el cuidado diario y un lavado exento de componentes agresivos. A su vez, la realización de tratamientos periódicos para desintoxicar y potenciar la salud del cuero cabelludo, es una acción obligada.
Piel a la defensiva
En cuanto a la piel, la contaminación urbana que nos rodea acelera el envejecimiento y asfixia las células. Según Paola Gugliotta, fundadora de Sepai y master en dermocosmética, "cada vez sabemos más sobre la contaminación ambiental y sus efectos nocivos sobre la piel, y cómo provoca problemas de hiperpigmentación, por ejemplo".
Los tubos de escape de los coches y del transporte público o las calderas de las calefacciones contribuyen a cargar el aire de impurezas y partículas que se fijan en la piel y el pelo, provocando daños muy perjudiciales.Pero, aún hay más, también estamos sometidos a la luz y emisiones de móviles, ordenadores y tabletas. "La luz gamma no es tan dañina como la luz ultravioleta, pero si se tienen en cuenta las horas que pasamos al día frente a la pantalla del ordenador o nuestras tablets, la luz gamma -cargada de radicales libres- se convierte en un problema. A éste hay que sumarle el campo electrostático que se forma alrededor y que rompe el equilibrio de la piel", detalla Pedro Catalá, fundador de Twelve Beauty y doctor en farmacia.
Malos humos
De acuerdo con los especialistas, los signos más evidentes de que nuestra piel ha sido afectada por la contaminación son los siguientes:
- Eritema o enrojecimiento crónico.
- Arrugas finas, sobre todo en las mejillas y en forma de ondas.
- Dermatitis o inflamación cutánea.
- Hiperreactividad a productos tópicos.
Es muy fácil relacionar estas señales con reacciones alérgicas o con un cutis de tipo sensible; sin embargo, elegir fórmulas diseñadas para combatir la oxidación cutánea y radicales libres, es una manera muy efectiva para que la piel se repare y proteja. Además, es el primer paso para evitar estos molestos síntomas, sin que lleguen a agravarse. De lo contrario, la visita a un dermatólogo se convertirá en obligatoria.
Diccionario de la contaminación
Llegados a este punto, nada mejor que revisar qué y cómo afecta a la belleza en materia de contaminación.
» Gases contaminantes. La dermatitis irritante es causada por estas sustancias químicas, que atacan directamente la piel, produciendo lesiones muy similares a las ocasionadas por la exposición excesiva a las radiaciones solares, como enrojecimiento o ardor.
» Humo. Los oxidantes reactivos y los radicales libres del humo causan estrés oxidativo e inhibición de los mecanismos antioxidantes. También aumenta la pérdida de agua transepidérmica y degrada el colágeno y las fibras elásticas.
El 80% de los dermatólogos confirman que la contaminación es el culpable número uno y enemigo más dañino para la belleza, incluso por delante del sol.» Luz azul. Aumenta la generación de radicales libres que favorecen la aparición de arrugas y falta de firmeza. Reduce los niveles de vitamina E y C y disminuye el aporte de oxígeno a los tejidos, lo que se traduce en un rostro apagado.
»Metales pesados. Los que afectan más directamente a la piel son el cromo, el estaño y el manganeso, que irritan la piel y las mucosas y pueden causar dermatitis.
» Monóxido de carbono. Es responsable de la hipoxia tisular por carencia de aporte de oxígeno a los tejidos. El metabolismo de la piel se ralentiza en general provocando piel apagada, envejecimiento prematuro y sequedad.
» Partículas en suspensión. Son las responsables de la mayoría de los problemas de irritaciones y alergias.
» Radicales libres. Provocan lesiones oxidativas y contribuyen al envejecimiento prematuro, o alteraciones en el ADN de las células cutáneas.
Por todo ello, se impone levantar un eficaz muro contra la polución. La prescripción del uso de los cosméticos y tratamientos adecuados y efectivos, preferiblemente bio y naturales, serán quienes construyan un escudo eficaz contra los ataques derivados de la contaminación de las grandes ciudades donde habita la mayoría de la población del planeta.