El carmín es uno de los colores más apreciados, preferidos y sensuales en la cosmética de siempre, que tuvo su auge antes de la introducción de los colorantes artificiales. Ahora, con el boom de los productos ecológicos, este colorante, proveniente de las cochinillas, vuelve a estar de moda, aunque su uso siempre ha estado presente de forma más o menos continuada en las industrias alimentaria, cosmética (carmín rouge), téxtil y farmacéutica.
Historia
Para poder situar al carmín en su contexto más adecuado, nos hemos de remontar 5.000 años tanto en la cultura precolombina como en la mesopotámica para encontrar los primeros colorantes de color rojo carmín. Las culturas mesopotámicas y los antiguos egipcios ya preparaban tintes rojos de origen mineral o de una mezcla de algas, yodo y bromo. Fue Cleopatra quien popularizó su propio pintalabios carmesí triturando escarabajos para conseguir un rojo profundo. Aunque para encontrarnos con el auténtico carmín, habremos de ir al Nuevo Continente, y en concreto a la cultura azteca.
El origen del carmín se encuentra en una variedad de cochinillas originarias de los países andinos. Los aztecas cultivaban unos pequeños insectos (Dactylopius coccus) que crecían sobre los cactus, y de ellos extraían un colorante rojo, tras hervirlos, secarlos y molerlos.
El poder y el valor de este colorante, apto para múltiples productos, pero sobre todo para productos textiles, hizo que los españoles empezaran a importar a Europa cochinillas desecadas para su manipulación en el viejo continente.
Los colorantes naturales utilizados en Europa hasta la fecha consistían en el kermes, la cochinilla de Armenia y las lacas. En poco tiempo, el gran éxito de este colorante impulsó el cultivo del insecto en Europa, sobre todo en las Islas Canarias por su clima. A partir de entonces se desarrolló una industria floreciente hasta el siglo XIX, sobre todo para la industria textil.
La creación del primer colorante artificial, producido en 1856, significó el declive de la cochinilla en la industria textil, y su demanda disminuyó significativamente. Sin embargo, su desarrollo en la industria alimentaria y cosmética se mantuvo hasta nuestro tiempo y repunta en los últimos años al ser un colorante natural y no tóxico. Las recientes prohibiciones de los colorantes sintéticos para uso alimentario y cosmético han propiciado un aumento de su demanda.
Actualmente nos encontramos con muchos productos que contienen esta sustancia extraída de las cochinillas, bajo el nombre de ácido carmínico o E120. Los principales países importadores de cochinilla y carmín de cochinilla son Estados Unidos, Alemania, Japón, Francia y el Reino Unido, mientras que los principales exportadores son Perú, España (Islas Canarias), Chile, Bolivia y México.
La cochinilla Dactylopius coccus
Este insecto vive del cactus llamado Opuntia, y es originario de los países andinos. Se le conoce popularmente como cochinilla del carmín o grana cochinilla.
El proceso de producción del carmín y del ácido carmínico (C22H20O13)
El agente colorante es el ácido carmínico, y se obtiene secando a las hembras de las cochinillas por exposición directa al sol, con secadores solares o con estufa. Una vez secas son trituradas para convertirlas en un polvo rojo, el denominado carmín en bruto, y se puede comercializar de esta forma o purificar por proceso químico para obtener ácido carmínico con un elevado grado de pureza.
El carmín mas valorado es el carmín premium, que contiene un 22,5% de ácido carmínico. El carmín de primera contiene un 19,5% y el carmín de segunda un 10% de ácido carmínico.
El carmín tiene un gran poder colorante, por encima de los demás. Es insoluble en agua y en alcohol, pero soluble en medios alcalinos. Tiene mejor resistencia al calor y a la oxidación química que los colorantes sintéticos, y mantiene una buena estabilidad a la luz. Como producto es muy estable, ya que no se producen variaciones en su contenido de ácido carmínico en productos almacenados durante 4 años.
Usos
El carmín es usado tanto para la industria farmacéutica como la textil, la alimentaria o la cosmética. La industria alimenticia ocupa más o menos un 75% del consumo de este colorante, seguido de la industria cosmética (15%) y por último la farmacéutica y textil (10%).
Uso en la industria farmacéutica y textil.
En la industria farmacéutica, el uso del carmín, en polvo o como solución, lo podemos encontrar en productos como jarabes, pasta dentrífica, enjuagues bucales, ungüentos, cubiertas de tabletas o cápsulas, etc.
En la industria textil se utiliza para el teñido de telas destinadas a prendas de vestir, ropa de cama o alfombras.
Uso del carmín en la industria alimentaria.
Este colorante es muy usado en la industria alimentaria en productos como zumos, helados, yogures o caramelos. Dependiendo del tipo de producto, el carmín se presenta bajo procesos de elaboración distintos.
Así, el carmín de cochinilla (SIN 120), en combinación con aluminio y calcio tiene su principal uso en la industria láctea como la del yogur y los helados.
El ácido carmínico como agente colorante casi puro puede utilizarse como un barniz insolubre para, por ejemplo, colorear el surimi, el popular sustituto de carne de cangrejo, y así le proporciona ese aspecto rojizo tan característico.
El carmín hidrosoluble, solubilizado en pH alcalino y secado en spray en forma de un polvo muy fino se usa en la industria cárnica, principalmente en la de cerdo para darle un color rojo rosáceo y a las hamburguesas una tonalidad anaranjada.
También se utiliza en dulces, goma de mascar, gelatinas, mermeladas, sopas y salsas.
En su forma hidrosoluble también lo encontramos en bebidas que requieren tonos rojos o naranjas, como el Campari, o en diferentes aperitivos y zumos de frutas.
Uso del carmín en la industria cosmética.
El sector de cosméticos consumía en los años ochenta un 60% de Carmín, pero a partir de entonces se originó un proceso de sustitución por otros colorantes sintéticos. Sin embargo, el auge de productos ecológicos y naturales, junto a restricciones a ciertos colorantes sintéticos han producido una recuperación del uso del carmín.
En la industria cosmética se utiliza para los productos que se aplican a la zona de boca y ojos, tales como sombras, lápices de labios, polvos faciales, lápices para los ojos, etc.
Desde el punto de vista de calidad, la industria cosmética sólo acepta carmín de alta pureza.
Alza de precios de la Cochinilla
El auge del carmín como ingrediente natural ha producido una extraordinaria demanda durante el año 2010, hasta conseguir un alza de precios de hasta cinco veces los precios del año anterior. En el Perú, principal productor y exportador mundial de cochinilla, los precios por kilogramo fluctúan sobre los 100 dólares.
Regulación
Hay muchos detractores del uso del carmín por diferentes motivos. Por ejemplo, grupos de vegetarianos o veganos no usan estos productos por provenir de animales. También los hay escrupulosos que los rechaza por el hecho de provenir de insectos. Otros se escudan en la presunta peligrosidad para la salud de los niños si se mezcla con analgésicos, y también han aparecido estudios que hacen sospechar que puede producir alergias y anafilaxia a algunas personas, ya que se están produciendo cada vez con mayor frecuencia casos de reacciones alérgicas (urticaria, angioedema y anafilaxia) causadas por ingestión de alimentos coloreados por carmín.
Sin embargo, ni Europa ni los Estados Unidos han establecido regulaciones en el uso del ácido carmínico tal como lo hicieron con los colorantes sintéticos después de varios casos de cáncer.
No obstante, en 1974 la comisión de Expertos de la Food and Agriculture Organisation (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), dedicieron reducir el uso del carmín en alimentos por posibles efectos toxicológicos, y dos años más tarde se permitió el uso del carmín sólo en bebidas alcohólicas. Esto provocó la caída en los precios de la cochinilla y del carmín.
Perú, principal país exportador de carmín, contrató a los laboratorios británicos BIBRA (British Industrial Biological Research Asossiation), para que demostraran la inocuidad del carmín tanto en alimentos como en cosméticos. Tras los resultados obtenidos por estos laboratorios, en 1982 la comisión FAO/OMS autorizó nuevamente el uso del carmín y derivados.
A pesar de los estudios comentados y algún caso de alergia en personas con afecciones crónicas, no existe un rechazo fundado al uso de la cochinilla, e incluso la OMS ha establecido un límite de consumo diario de 5 mg/kg/día.
Para saber si un producto tiene carmín, sólo hay que leer los ingredientes. La Unión Europea obliga a etiquetar el carmín como E-120, e internacionalmente se le conoce como colorante rojo natural nº 4.