Dieta paleolítica, ¿revolución u otra dieta milagro más?

De un tiempo a esta parte está surgiendo un movimiento que plantea una nueva fórmula de nutrición, volviendo a los orígenes de la alimentación de la especie humana. En esencia la dieta paleolítica trata de encontrar la forma más natural de alimentarnos, seleccionando los nutrientes que, según sus defensores, son los más adecuados para los homínidos.

Los humanos somos omnívoros, lo que significa que podemos alimentarnos indistintamente de animales o plantas. Es decir, nuestro sistema digestivo es suficientemente flexible para asimilar nutrientes de diferentes procedencias y tolerar distintas combinaciones. Esta condición en realidad es una ventaja de nuestra especie, ya que permitía adaptarse al hombre primitivo a diferentes contextos en los que la caza y la pesca podían escasear dependiendo de la estación u otros factores.

A lo largo de la historia de la humanidad, nuestra especie fue encontrando diversas fuentes y recursos de los que obtener sus alimentos. Los primeros humanos eran fundamentalmente cazadores, pescadores y recolectores de fruta. Posteriormente los hombres aprendieron a cultivar diversas plantas y también a explotar animales en cautividad. Los nuevos cultivos y la ganadería hicieron que evolucionara la forma de alimentarse, encontrándose especies vegetales más fáciles de cultivar y que además tenían un poder calórico mayor.

Hacia el año 7.000 a. C. hay evidencias de que se cultivaban cereales. Según se fue avanzando en desarrollo tecnológico se abrieron nuevas posibilidades de cocinado de alimentos, con lo que se pudieron incluir en la dieta nuevas especies como las legumbres, al mismo tiempo que se descubrian métodos para poder almacenar y preparar los cereales, produciéndose por primera vez el pan.

Por tanto, y tal y como defienden los paleolíticos, la evolución de la dieta de la especie humana ha seguido patrones no solo de idoneidad en cuanto a nutrientes básicos para el Homo Sapiens, y de aceptación por nuestro sistema digestivo, sino también de índole económico, de producción y almacenamiento. Se puede decir que en gran medida los alimentos que consumimos hoy en día son principalmente los que se pueden producir, conservar, almacenar y transportar de manera más económica.

¿Qué comía el hombre primitivo?

La dieta de un hombre paleolítico consistía fundamentalmente en carne, pescado, fruta, verduras y frutos secos. Los condimentos basados en hierbas aromáticas y hongos silvestres eran también importantes.

Y no sólo hay que plantearse qué comían, sino cómo lo hacían. En este terreno los defensores de la dieta paleolítica se cuestionan todo tipo de cosas como el número de comidas ideal al día, la ración diaria, es decir, la cantidad de alimentos que se deben ingerir diariamente, o la pirámide alimentaria, es decir, la proporción óptima de macronutrientes en la dieta. Ciertamente los estudios de nutrición actuales no se ponen muy de acuerdo en establecer parámetros ideales para ninguna de estas cuestiones.

Efecto secundario de la cultura paleolítica: adelgazamiento

Una de las consecuencias inmediatas de la dieta paleolítica es el control del peso. Al ser una dieta más equilibrada en lo que se refiere a los alimentos para los que nuestro aparato digestivo y nuestro metabolismo está mejor adaptado, se produce un mejor control del los ritmos diarios de hambre y saciedad, evitando así los picos de las dietas hipocalóricas. Según los defensores de este nuevo tipo de dieta, los seres humanos deben comer cuando tengan una auténtica sensación de hambre.

El problema con la alimentación no paleolítica es que el hambre se enmascara con la ansiedad y otros trastornos de la alimentación. Los alimentos no paleolíticos nos conducen a una adicción psicofísica de ciertos nutrientes que producen dependencia. Al eliminarse alimentos con alto índice glucémico, se logra reducir el enganche y salir de la rueda de subidas y bajadas de hambre descontrolada.

La dieta del paleolítico, nueva filosofía de vida natural

El gusto por la vuelta a un tipo de vida más natural también se refleja en un estilo de vida más saludable, donde la tecnología tiene menos cabida y se proponen recuperar aspectos de la vida del hombre primitivo con costumbres que no tenían el impacto nocivo sobre nuestra salud. Esto se refleja en la ropa, el deporte, las relaciones sociales. Comer principalmente alimentos en fresco, evitar en lo posible el procesamiento de lo que consumimos; hacer deporte adaptado a nuestra edad pero que incluya resistencia e incluso esfuerzos de estrés, todo con la finalidad de que nuestro organismo esté cuidado y a punto, haciendo las actividades para las que está mejor preparado.

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Opiniones en contra de la dieta paleolítica

Las principales pegas que se le ponen a la dieta paleolítica se basan en cuestionar si realmente los hombres primitivos gozaban de una vida saludable y plena.

Otro aspecto controvertido es el alto precio de los alimentos que se precisan consumir ya que se eliminan los alimentos 'malos' que normalmente son más baratos.

Y por último, señalar las dificultades para encontrar alimentos en condiciones naturales ya que la carne y los vegetales a los que podemos acceder tienen un origen diverso, alejado de lo que podría ser un entorno libre de contaminantes y procesados industriales, como las hormonas y antibióticos presentes en la carne, el mercurio en el pescado, o los fertilizantes y pesticidas encontrados en los vegetales.

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