La cosmética específica para musulmanes se compone de extractos de plantas y minerales en lugar de alcohol y productos animales. Además, debe ir avalada por la acreditación halal, que confirma que el producto ha sido elaborado respetando la ley islámica. El musulmán no puede consumir si no ha sido acreditado con este certificado.
Según Isabel Romero, directora del Instituto Halal con sede en Almodóvar del Río, la demanda de dichos productos en España es bastante reducida, "sin embargo, cuando estos productos son exportados a países musulmanes han de ir acompañados de certificación". A diferencia de lo que ocurre con otros productos como la carne, con los cosméticos y perfumes es bien distinto. No se controla su proceso de elaboración, sino que, una vez elaborado, el Instituo Halal se encarga de detectar si contiene algún elemento que no se ajuste a lo establecido como halal. "Lo que nosotros hacemos es una analítica de su composición, de manera que no contenga porcino o alcohol y emitimos un informe para otorgar el certificado" explica Romero.
Según la directora del Instituto Halal, en el caso de que un producto de cosmética no posea tal acreditación, el musulmán normalmente no consumirá el producto, "si la empresa no especifica el tipo de grasa que contiene, la norma es que no lo compren, ya que en la mayoría de los casos están compuestos con un tipo de grasa que suele provenir de la manteca del cerdo".
También los cosméticos halal han recibido las primeras críticas, acusando a la marca de utilizar la religión como reclamo. Pero sus defensores no lo ven así; simplemente creen que se trata de satisfacer una demanda que existe de productos halal, que significa que algo es lícito o permitido en la ley islámica, que prohíbe el consumo de carne de cerdo, sangre y alcohol.
Samina Akhter, una musulmana emprendedora que vive en Birmingham, ha lanzado una gama de maquillaje halal, a la que ha puesto su nombre, y que incluye desde el pintalabios hasta el delineador de ojos y el colorete. Importa los productos de Australia, donde también recibe certificación por parte de laboratorios independientes.
La misma Akhter cuenta que decidió crearla porque se sentía “incómoda” rezando mientras llevaba un maquillaje que no era halal. “No sabía cuál era su composición, y eso me incomodaba. Investigué y descubrí que había una gran cantidad de productos de origen animal incluidos, como la placenta de cerdo”, explica.
Así, con la salida al mercado de los cosméticos Samina, su creadora espera que “muchas mujeres musulmanas dejen de sentirse frustradas al querer lucir bellas y seguir su fe“. Y mal no le va, pues ya tiene cientos de clientes, y comienza a realizar ventas en todas partes del mundo. Los precios van desde unos diez euros de los lápices labiales a paquetes completos de maquillaje por alrededor de 75 euros.