"La primera ley de la ecología
es que todo está relacionado
con todo lo demás".
Barry Commoner, biólogo y profesor
universitario, candidato a la presidencia de
Estados Unidos (1917-2012).
Frente a los 526 millones de euros que factura Alemania, por ejemplo, en cosmética ecológica, España solo llega a los 30 millones.
La cosmética ecológica certificada ya no es una promesa, sino un hecho comprobado. Englobada en la corriente que elige la cosmética natural, para alcanzar el grado de ecológica, 'green', orgánica o bio necesita de la obligada certificación que lo asegure. En cuanto a su principal diferencia con el resto, su procedencia del cultivo ecológico en un 95% y la eliminación en sus fórmulas de los parabenos, perfumes sintéticos y colorantes.
Pero antes de eso, su fabricación, concretamente en nuestro país, a la zaga de otros de su entorno, Italia, Reino Unido, Francia o el caso de Alemania, el primero en facturación y ventas de cosmética ecológica certificada, ha de apostar por la necesaria inversión y desarrollo y la sociedad en general y los estamentos implicados por la educación del consumidor al respecto.
Tengamos en cuenta que en realidad ya no se trata de tendencias, sino de temáticas globales e instaladas que definen y contienen a la belleza y sus consumidores. Si no ofrecemos este tipo de cosmética a compradores reales, corremos el peligro de entrar en descenso no solo en nuestro libro de anotaciones, sino que restaremos al país PIB (Producto Interior Bruto).
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