46 años de trayectoria, seis centros en Madrid, uno en Sevilla y otro en Valencia y un método y expertise propios, así como un corazón apegado a la belleza y la estética profesional desde todas las vertientes posibles, e imposibles, lo cual le distingue, convierten a Carmen Navarro en figura indiscutida y referente.
Admirada, querida por compañeros y compañeras, equipos y público en general, con muchos amigos y profesionales que empiezan en esta sector y le siguen, y quieren ser como ella y, sobre todo, respetada, Carmen despierta no solo la belleza dormida de los hombres y mujeres que le confían sus pieles, sino que equilibra.
Desde el principio he escuchado atentamente a mis clientes antes de proceder al diagnóstico y tratamiento. Primero para conocerles y después para desarrollar mi labor en todos los sentidos, buscando siempre la excelencia.
Es quizá lo que más nos llame la atención al abrir la puerta de su centro sito en la calla Sagasta, una de las calles más bonitas principales y concurridas de Madrid, la paz, la armonía inherente al espacio que se desprende y se te cuela, te envuelve. Y que es como la misma Carmen Navarro se presenta, amable y tranquila, no obstante cargada de energía, energía positiva.
Carmen, está trabajando, recibiendo antes de pasar a la cabina, atenta a los equipos, a los detalles. Con una elegancia clásica y exquisita, se sienta frente a la mesa. Ilumina. Más de cuatro décadas de compromiso con la belleza y una trayectoria y carrera inesperada. "Sinceramente, empecé en esto por pura casualidad. Jamás me lo había planteado, eran otros tiempos, otras vidas. A los 25 años ya era madre de tres hijos, una ama de casa de aquella época, eso sí, una vez mis hijos ya más mayores, con mucho tiempo, con muchas ganas. Quería hacer cosas, canalizar la necesidad de no quedarme parada", cuenta esta figura de la estética nacional e internacional.
Hay que tener en cuenta que la profesional de la estética enseña a la clienta, yo la estoy enseñando además de tratando cómo aplicarse una crema, cuál y por qué, cómo cuidarse. Porque el resultado no se centra solo en venir aquí sino en el día a día.
"Un primo médico, se encontró un día con una esteticista muy interesante de aquella época, Blanca de Barberá que había estudiado y vivido en París y que utilizaba unas técnicas muy avanzadas. Me lo contó y así sin querer, supe de este mundo". Dice Carmen, que lo suyo "me ha venido siempre, sin buscarlo, rodado...", (sonríe).
Fue en aquel momento que empezó a gestarse el mito Carmen Navarro. "Toda aquella energía que yo tenía la canalicé en la estética. Le dije a mi marido, déjame el despacho que ya no utilizas. Y ahí monté mi primera cabina".
"Se acaba de ir una de las clientas que en mis inicios más clientes me trajo". Y es que a Carmen Navarro, los clientes le duran, le permanecen. Su metodología y carisma fideliza, y por supuesto, su filosofía.
Formé parte de la primera generación de técnicas en Estética de Intégrée en aquel entonces. Y hablo de ésta formación en concreto porque allí nos convirtieron en empresarias.
"El boca a boca y mi marido -ríe-, de la gente que había, me echaron de casa. Y abro así mi primer centro que al poco tiempo, igual, se nos hizo pequeñísimo". Comenzaba el mito.
Primero, Nicasio Gallego, "donde estuvimos 15 o 16 años, un pisito con tres habitaciones y un salón comedor grande que transformé en seis cabinas", cuenta. "Luego llegaron el Buen Suceso, Ortega y Gasset, Sagasta.... El Corte Inglés, Sevilla..."
¿El secreto? Y percibimos esa pasión por su trabajo: "Sí, es cierto que disfruto, pongo todo mi amor y efectivamente, pasión, en mi trabajo", ya nos ha dado la clave, el pilar que sostiene su vida y obra.
Beauty Market: Carmen, es ciertamente una trayectoria, la suya, de libro, histórica por lo que supone y representa. Aunque ya nos ha adelantado alguno de los secretos de su éxito, ¿qué es no obstante lo que diferencia a Carmen Navarro?
Carmen Navarro: El expertise, como decía, tu conocimiento, tu puesta en práctica y desarrollo del trato y de los tratamientos. El boca a boca que ha llenado desde el principio todos mis centros no sirve de nada si no hay algo detrás que lo sustenta y que es al fin y al cabo lo que te proporcionaba el éxito.
Yo creo que hay un problema en el mundo actual, la comunicación. A ti cuando te llega una clienta, aunque no te lo diga verbalmente te está pidiendo a gritos que la pongas bien. Ella entra y tú tienes que adivinar. Y cómo se adivina, haciendo un buen diagnóstico.
Desde el principio he escuchado atentamente a mis clientes antes de proceder al diagnóstico y tratamiento. Primero para conocerles y después para desarrollar mi labor en todos los sentidos, buscando siempre la excelencia.
B.M.: Hablamos de diagnóstico, pero también de entorno, de los detalles, del ambiente en la cabina, del Método Carmen Navarro.
C.N.: Sí, siempre he buscado la relajación de la clienta, desde el principio, desde los orígenes de Carmen Navarro. En las primeras cabinas empecé a bajar las luces, poner velas, inciensos, música ambiente. Es fundamental tomar conciencia del cuerpo físico para disfrutar del masaje, el tratamiento, las maniobras y alcanzar la paz y la relajación. Por eso yo a mi equipo les digo siempre que no se le puede hablar a la clienta mientras se le hace un tratamiento, sí para informarla previamente, pero nada más. Las clientas vienen a relajarse, a disfrutar de ellas mismas, de su espacio.
En Carmen Navarro no solo disponemos de mi propia línea, creada en base a mi experiencia, sino de otras marcas de primera, las cuales, todas ellas, se prescriben según cada caso.
B.M.: Pionera y autodidacta en cierto modo, no en las técnicas, sino en el formato y el método que le caracteriza y define, guiada por el instinto y la inspiración.
C.N.: Sí, no en las técnicas, efectivamente, en las cuales me he formado y me formo, sino en el resto, lo que envuelve y lo que da y proporciona el sentido. No me gusta hablar cuando no es necesario, se pierde la energía, el tiempo; la energía se dispersa. Poco a poco y sí, por instinto o inspiración descubrí la meditación, he viajado mucho por Oriente y revisado sus culturas, el yoga y otras filosofías y me he inspirado en todas esas culturas que al fin y al cabo hablan, tratan y somos nosotros mismos.
B.M.: ¿Y cómo se formó Carmen Navarro?
C.N.: Sin parar, los fines de semana enteros. Formé parte de la primera generación de técnicas en Estética de Intégrée en aquel entonces. Y hablo de esta formación en concreto porque allí nos convirtieron en empresarias. En las formaciones a las que asistíamos en los centros no ocurría esto, solo se centraban en tus manos y las maniobras de los masajes y tratamientos, importante, claro, e imprescindible para el desarrollo de esta profesión. Pero he aquí que a ti, lógicamente, lo que te interesaba era ganar dinero. La venta no estaba prevista en el desarrollo de un protocolo. Que no es venta, por otro lado, sino prescripción, la continuidad del tratamiento en cada persona para el éxito total y perdurable de sus resultados.
El trabajo es una terapia maravillosa y en vez de estar pensando en el pasado, y tiempos que pueden llegar a parecer mejores, te coloca en el presente y te anima a estar en el aquí y ahora.
B.M.: Diagnóstico y prescripción, dos pasos fundamentales, los cuales entonces en esta profesión se han de manejar siempre.
C.N.: Hay que tener en cuenta que la profesional de la estética enseña a la clienta, yo la estoy enseñando además de tratando cómo aplicarse una crema, cuál y por qué, cómo cuidarse. Porque el resultado no se centra solo en venir aquí sino en el día a día. Con aquel aprendizaje con la marca Intégrée, insisto y quiero destacar, pasamos de ser la esteticista que da un masaje, a ser empresarias. Yo a mis equipos, a las personas que quieren formarse conmigo les digo: "Tú tienes una empresa. Tú haces un seguimiento de una persona y eso implica la venta. Si no vales para eso, pues entonces dedícate a otra cosa".
B.M.: Cuando Carmen se enfrenta a la tarea de ser empresa, convertida ya en tal con más de un centro abierto, ¿qué fue o ha sido lo más difícil de superar?
C.N.: Sinceramente, no percibo nada como muy difícil o complicado, porque todo se fue desarrollando poco a poco, pero sé dónde estoy y el tema de gestión lo lleva quien lo tiene que llevar y yo me dedico a lo mío, a recibir, a seguir, a forma mis equipos. Y como no puedo estar en todos los sitios cuento con grandes colaboradores, un grupo de personas alrededor fantástico, mi sobrina Carmen Jr. que lleva conmigo 25 años, responsable de los centros del Buen Suceso, Princesa y Castellana, y así ocurre con el resto.
En las primeras cabinas empecé a bajar las luces, poner velas, inciensos, música ambiente. Es fundamental tomar conciencia del cuerpo físico para disfrutar del masaje, el tratamiento, las maniobras y alcanzar la paz y la relajación.
B.M.: ¿Cómo se dirigen los equipos?
C.N.: Las estudiantes de estética, las profesionales que llegan por ejemplo a mis centros y quieren trabajar conmigo, tienen que ser conscientes de que yo he empezado como ellas y he llegado hasta aquí y estoy aquí. Han de ser conscientes de que yo les voy a transmitir mis conocimientos para que actúen como yo actuaría, si no lo hacen así o no lo quieren hacer, se van. Una persona que no actúa como yo, no tiene cabida en mis equipos.
B.M.: ¿Qué son las manos a la estética?
C.M.: Son la energía que vamos a transmitir, la nuestra propia que vamos a proporcionar y traspasar a nuestra clienta y que le va a dar la seguridad de que se encuentra en un buen sitio. Paz, tranquilidad, armonía. Las manos se han utilizado toda la vida, en todas las filosofías, todas las escuelas esotéricas tienen masaje, son, han de ser las más sabias y la savia precisamente que se transmite de nosotros a la clienta. Nosotras, las esteticistas, somos energía. Hay veces que se crean fibrosis en nuestro organismo y tenemos que eliminarlas, deshacer esas tensiones para que la sangre y la energía empática corra por nuestro cuerpo. Una máquina no reconoce estas situaciones, unas manos, sí.
Las tecnologías evolucionan con el tiempo, poco a poco, con nuevos avances e incorporaciones.
B.M.: Desde que empezara hasta ahora, ¿qué es lo que más le ha sorprendido en cuanto a tecnología?
C.M.: Los equipos evolucionan con el tiempo, poco a poco, con nuevos avances e incorporaciones. Desde el principio, ya conocí y he mantenido el Indiba, una tecnología espectacular desde el primer momento, hablo de hace muchos años, el Remodeling Face de Biologique Recherche, también en mis orígenes, y luego, con el tiempo han ido apareciendo los láseres, el láser de depilación y otros más agresivos que en Carmen Navarro los emplean los médicos que colaboran con nosotros. A todo esto sumamos los últimos avances en radiofrecuencia, diatermia, IPL en cabina, y novedades tales como Wishpro, magnetoforesis con cápsulas de principios activos naturales, una empresa, marca y tecnología de la que soy Embajadora por sus efectos y resultados.
Cuando una clienta comprueba el resultado siempre vuelve a ti. A mí me encanta que vayan a otros sitios a probar, porque es ahí cuando van a distinguir y comprobar dónde está lo bueno.
B.M.: ¿Y la mayor revolución en el mundo cosmético, cuál ha sido?
C.M.: También ha evolucionado, y mucho, con cremas y sueros muy importantes y poderosos, estos últimos que actúan en sinergia y potencian los tratamientos. En Carmen Navarro no solo disponemos de mi propia línea, creada en base a mi experiencia, sino de otras marcas de primera, las cuales, todas ellas, se prescriben según cada caso. Porque todo es, además de, nada es en vez de, y en estética 1 y 1 no son dos, todo es nosotros y nuestras circunstancias, un cúmulo de circunstancias, una variable de cuestiones y cosas. Y la esteticista ha de saber manejarlas, despejar la incógnita y resolver la ecuación.
B.M.: Ha citado también su colaboración con la medicina estética, ¿cómo es esta relación?
C.N.: Todo se combina, pero hay cosas que yo no puedo resolver, arrugas de la frente, expresión, yo le hago un tratamiento maravilloso a la clienta pero su gesto está ahí y es ahí precisamente donde está por ejemplo, el botox, aunque, también te digo, sin abuso, para no forzar hasta llegar a caras inexpresivas.
B.M.: ¿Dónde se encuentra la belleza, Carmen?
C.N.: En el interior, eso lo sabemos todos. Si tú no estás feliz, si no eres feliz, la cara se te alarga, se pone gris, te salen bolsas, ojeras; una persona feliz, sonriente, expresará su belleza. Y la felicidad está en saber disfrutar el momento, el aquí y el ahora.
Las estudiantes de estética, las profesionales que llegan por ejemplo a mis centros y quieren trabajar conmigo, tienen que ser conscientes de que yo he empezado como ellas.
B.M.: ¿El secreto para mantener la fidelidad 46 años, cuál es?
C.N.: Cuando tú ves el resultado, cuando una clienta comprueba el resultado siempre vuelve a ti. A mí me encanta que vayan a otros sitios a probar, porque es ahí donde y cuando van a distinguir dónde está lo bueno.
B.M.: ¿Cómo se asimila el éxito, los premios, la 'adulación' entre comillas?
C.M.: Sinceramente, es que ni lo pienso, ni se me pasa por la cabeza.
B.M.: ¿Cómo es su relación con el resto de esteticistas?
C.N.: En general, perfecta.
B.M.: ¿Qué es lo mejor que le ha dado su profesión?
C.N.: Tranquilidad, felicidad. Cuando esto ocurre y se cruza e interpone algo malo en tu vida, te puedes hundir si no tienes nada que hacer. El trabajo es una terapia maravillosa y en vez de estar pensando en el pasado, y tiempos que pueden llegar a parecer mejores, te coloca en el presente y te anima a estar en el aquí y ahora. Cuando haces algo en lo que crees, afrontas la vida mejor.
B.M.: Deduzco que Carmen Navarro, entonces, no se va a jubilar nunca.
C.N.: No, imposible, prohibido. Yo soy feliz así y aquí. Y aquí sigo.