"El sentido común es el arte de resolver
los problemas, no de crearlos".
Yoritomo Tashi, filósofo japonés
del siglo XII, muy reconocido y admirado
por su pueblo y uno de los mayores
estadistas que jamás haya tenido
Japón (1101-1200).
Este fin de semana ha sucedido algo que define negativamente, a nuestro entender, nuestra forma de ser como sociedad y en gran parte a nuestro sector, dividido, repleto de personalismos y poco uniforme. Barcelona ha acogido, en unas mismas fechas, dos eventos dirigidos a los mismos sectores de la peluquería y belleza profesional.
Esta coincidencia en espacio y tiempo ha obligado a empresas y visitantes a una situación poco racional, aún más si cabe teniendo en cuenta los momentos de crisis por los que está pasando nuestro país y el sector. Una parte considerable de empresas han decidido no asistir a ninguno de los dos eventos dada la situación generada, otros se han visto obligados a tener que escoger entre una y otra opción, y algunos otros se han desdoblado en ambas citas haciendo un sobreesfuerzo considerable en capital humano y económico.
Por otra parte, algunos visitantes, a pesar de haber asistido a ambas ferias, han podido ver menos oferta ferial entre los dos eventos que por ejemplo cuando el año pasado asistían a tan sólo uno. La mayoría de los expositores se han visto obligados a contentarse con una sola parte de los visitantes que convocaba la feria en la que participaban. Es decir, el sector se ha visto gravemente perjudicado ante tal situación creada por los intereses privados de ambas organizaciones y que no han velado por el bien común del mismo.
El panorama actual no parece haber mejorado. Actualmente, un Cosmobelleza que a pesar de quedar reducida su parte expositiva de forma considerable sigue demostrando que tiene un poder de convocatoria de peso, regular y constante durante todos los días. Su contrincante, STS Beauty Barcelona, con una política de precios reducidos en la venta de superficie de stands, ha conseguido ganarse la confianza de una parte importante de expositores pero ha fallado su convocatoria, sobre todo al inicio del evento. Además, se encuentra actualmente con un espacio expositivo reducido para poder crecer y ofrecer una alternativa real al sector. Un sector que sorprende gratamente por responder muy positivamente incluso ante situaciones esperpénticas como esta.
Las ferias como herramienta de negocio, marketing y de comunicación están pasando actualmente en todo el mundo por una crisis importante de identidad y de verdadero sentido en sus funciones, tanto para expositores como para visitantes. Si a eso añadimos un periodo ya muy largo de escasez económica y dificultad general, así como una división sectorial, el resultado no puede ser nada alentador.
La imagen del sector se resiente y el mensaje de aliento que debe enviar toda cita de esta naturaleza a sus participantes, sobre todo a visitantes, se viene abajo transmitiéndose todo lo contrario, una imagen de caos y desunión.
Por supuesto que es lícito y enriquecedor el que surjan verdaderas nuevas fórmulas de concentración sectorial que ayuden a cimentar y regenerar el sector, que favorezcan a formar y a establecer contactos profesionales y de negocio para crear y reforzar la identidad de un sector, fomentando su crecimiento. Pero lo que no es permisible es que se produzcan planteamientos que ya desde sus orígenes ayuden a generar confusión, división y empobrezca la imagen de nuestro ya estresado sector. Deberíamos evitar que algo así se repita, ya que perdemos absolutamente todos. No se erige ganador alguno.
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