"Tu cuerpo es templo de la naturaleza y del
espíritu divino. Consérvalo sano; respétalo; estúdialo;
concédele sus derechos".
Henry Frédéric Amiel, filósofo, moralista
y escritor suizo (1821-1881).
En las últimas semanas ha saltado la polémica, de nuevo, sobre la ética en la elección de determinadas modelos del mundo de la belleza y la moda. En concreto han habido dos casos polémicos protagonizados por dos modelos, por causas diferentes, pero creados por el mismo patrón.
Uno de estos casos se refiere a la modelo holandesa Ananda Marchildon, que fue despedida por la agencia de modelos Elite por haber aumentado el contorno de su trasero hasta los 94 centímetros y no lograr rebajarlos hasta los 90.
El otro caso se refiere a la nueva campaña de imagen de H&M, que utiliza a la modelo francesa Aymeline Valade, que luce una figura decrépita que raya (si no sobrepasa) la anorexia.
Ambos casos nos devuelven al eterno problema de cómo deben ser los modelos o estereotipos que deben promocionar la belleza y la moda. Ya hemos hablado de los usos fraudulentos del retoque fotográfico para mostrar cuerpos o resultados perfectos, o el uso de determinadas modelos que provocan el efecto en los adolescentes de querer parecerse a ellas, provocándoles graves desajustes tanto físicos como psicológicos. Y mientras una gran mayoría de empresas parecen haberse tomado en serio este problema social, otras creen que mediante estos estereotipos de belleza se consiguen mejores resultados, al menos en publicidad, ya que por ejemplo la campaña de H&M (como antes ha sucedido con otras tantas como Topshop o Benetton) se está reflejando en todos los medios de comunicación mundiales a coste cero.
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