"Temer es una reacción.
El coraje es una decisión".
Winston Churchill, primer ministro británico
y uno de los políticos más famosos de todos
los tiempos (1874-1965).

Y si no, que se lo digan a Winston Churchill, al que va indeleblemente unida esta frase, "A grandes males, grandes remedios", cada vez que se le cita o nombra, que suele ocurrir y sobre todo en tiempos de crisis, como ahora, enfrentados mundialmente a la pandemia del coronavirus. Y como gran mal, una guerra, la II Guerra Mundial, y un remedio de tan genial, histórico y que promueve el aumento de las ventas de cosméticos durante y de modo posterior a una crisis o catástrofe de cualquier tipo: el uso de pintalabios rojos.

No sin cierto sesgo machista, el primer ministro británico, no obstante, fue el artífice del movimiento 'beauty is your duty' (La belleza es tu deber), compromiso patriótico para elevar la moral general de la sociedad y de las tropas, con el uso de pintalabios rojos, que hacía sentirse más guapas a las mujeres y a la población en general al verlas, en este período bélico que arrasó con la economía de los países y contabilizó millones de muertes.

Desde entonces y hasta ahora 'el efecto pintalabios' es consustancial a cualquier desastre. Los analistas y estudiosos han dejado claro que la industria cosmética se mantiene imperceptible o incluso incrementa sus ventas en tiempos de crisis. Eso sí, no en lo referido a la cosmética premium, sino a los productos de belleza asequibles.

La crisis del coronavirus no va a ser distinta. Pero esta vez con una connotación a añadir, derivada del confinamiento. Mientras que los tintes para el pelo y máquinas de corte baten récords históricos de ventas durante la cuarentena, los productos de belleza y maquillaje, se augura, crecerán en cuanto a consumo y demanda de forma notoria una vez se produzca la desescalada del estado de alarma.

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