"Individualmente, somos una gota.
Juntos somos un océano".
Ryunosuke Satoro,, escritor y poeta
japonés (1927-1982).
En el mundo se generan más de 299 millones de toneladas de plástico anuales. De esta cantidad, un porcentaje elevado llega a los océanos y el impacto y daño ambiental en los sistemas marinos genera costes de 13.000 millones de dólares. Desde hace 50 años, las micropartículas de plástico se han empleado en la producción de cosméticos y productos de higiene y cuidado personal, en lugar de otras sustancias más naturales. Ahora, un estudio publicado por el Programa Ambiental de la Organización de las Naciones Unidas (UNEP, por sus siglas en inglés) ha dejado al descubierto los vínculos entre la cosmética no responsable y la contaminación provocada por las microesferas de plástico en los océanos.
Estas pequeñas partículas se añaden para dar un suave efecto abrasivo o exfoliante a limpiadores faciales, jabones, champús y pastas de dientes. Sin embargo, su composición de plástico y su pequeño tamaño hacen que no puedan ser filtradas por las depuradoras de agua, llegando directamente del desagüe a los ríos y lagos de la zona, donde se acumulan y mantienen intactas durante siglos. Su presencia es nefasta para la flora y fauna marinas. La salud humana también se vería afectada, a través del consumo de alimentos del mar, aunque no existen pruebas científicas que corroboren este último punto.
El estudio de la UNEP insta a que estas partículas esféricas salgan del mercado. Es más, la organización pide que se prohíba su presencia. Para ello, se comprometen a trabajar con todas las partes interesadas: desde las compañías a los gobiernos, de modo que se aprueben legislaciones efectivas en cuanto al manejo de desechos. Está claro, se trata de un trabajo en equipo. Ya no podemos mirar hacia otro lado cuando se habla de fabricar productos eco responsables. A fin de cuentas, todos salimos ganando.
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