Corrección de los surcos producidos por los tirantes de los sujetadores
Es hora de quitarse algo de ropa y por lo tanto de dejar visibles algunas de las partes del cuerpo que probablemente estuvieron ocultas durante los meses de otoño e invierno.
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Es ahora más que nunca cuando pueden apreciarse algunos defectos producidos por prendas inadecuadas o mal usadas: calcetines, medias, slips, braguitas, cinturones, etc.
"Hoy me quiero referir," nos dice el Dr. J. Víctor García, Presidente de la Sociedad Española de Medicina y Cirugía Cosmética y Director de Centre Mèdic Europa en Barcelona, "a los surcos que pudieron dejar los tirantes del sujetador: en ocasiones demasiado estrechos, en otras por no haber elegido adecuadamente el modelo o la talla, en otras intentado sostener ‘por la fuerza’ un volumen mamario importante, etc."
Seguro que resultaba incómodo su uso y quizás se llegó a utilizar alguna protección. Pero no fue suficiente. Como sea, en muchos casos, afortunadamente menos que hace unos años (porque el diseño de los sujetadores ha mejorado o porque la cirugía precoz -mamoplastia- alivia muchas gigantomastias), se aprecian esas hendiduras o surcos característicos, que no se recuperan de forma espontánea porque como consecuencia de la presión sostenida se ha producido una atrofia de los tejidos subyacentes y muy concretamente de la grasa subcutánea.
El Dr. García nos explica que en esta época del año son numerosas las mujeres que consultan por este problemilla. Hasta ahora les proponíamos un relleno con algún biomaterial sintético, como el ácido hialurónico u otros. Pero por las características del defecto (existe un tejido muy atrófico como consecuencia de la presión continuada) y del material utilizado (absorbible) la estabilidad del resultado era escasa. Amén de que tratándose de zonas de una cierta extensión el consumo de producto puede ser importante y con ello su costo.
Desde hace algunos años, en el contexto de la Medicina Regenerativa, venimos trabajando con los injertos o trasplantes de tejido adiposo autólogo y los resultados son francamente muy satisfactorios: buenos, seguros y estables.
Para nosotros, afirma el Dr. García, el procedimiento comporta inexorablemente la preparación de las zonas receptoras. Inicialmente intentamos mejorar las características del tejido atrófico mediante hipertermia, radiofrecuencia y amasamientos; bastan 2 ó 3 sesiones. A continuación procedemos a la infiltración de plasma y fibrina autólogos ricos en factores de crecimiento para mejorar la vascularización local. Y finalmente procedemos al trasplante de tejido adiposo propiamente dicho.
Preferimos la grasa de la región abdominal o de los flancos, la extraemos con jeringa por delicadeza, la centrifugamos para separar los componentes innecesarios y como tales no deseados y recuperamos la que se denomina fracción vascular estromal que es dónde hay mayor concentración de células progenitoras (son células madre adultas de estirpe mesenquimal, es decir capaces de transformarse en nuevas células de grasa).
En la o las jeringas de tratamiento recogemos tejido adiposo y añadimos la citada fracción vascular estromal que hemos diluido con plasma rico en factores de crecimiento. Y, con un poco de anestesia local, procedemos a infiltrar delicadamente las zonas afectadas con una cánulas muy finas de punta roma y, por lo tanto, muy poco traumáticas. No se requieren puntos y si un pequeño vendaje compresivo almohadillado durante 48 horas.
Es un procedimiento que apenas causa molestias y la paciente se puede incorporar a sus actividades habituales. El resultado se aprecia desde el primer momento y es estable en el tiempo por la viabilidad de las células implantadas que determinan una reconstrucción y remodelación tisular, concluye el Dr. J. Víctor García. Naturalmente, si se aprecian, deben ser corregidos los defectos en el uso de sujetadores inapropiados.
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